17 de abril de 2015

EROS Y TANATHOS




El 2014 fue un año remolino.
Con ciclos de polaridad constante en mí y al parecer, según sus testimonios, en muchas personas de mi entorno habitual y otros menos allegados.
La necesidad de continuar revisando la alimentación y su relación con la energía vital y con distintos estados exteriorizados en la conducta se tornó imperante.
Hacia fines del año 2012 me interioricé en la llamada "alimentación viva", esa posibilidad llegó a mí a través de Néstor Palmetti, quien es divulgador de este paradigma alimenticio. En sus libros y charlas, recordé (toda esa información vive dentro) que el alimento original del ser humano en su estado primitivo son frutas / verduras crudas / semillas. Ésta alimentación garantiza todas las necesidades vitales del organismo. (Ver más en: www.espaciodepurativo.com.ar)
El primer cambio que venía intentando era dejar la carne, todo tipo de carne, lo cual fue un proceso de meses, en los que mi cuerpo se fue adaptando a vivir sin ese tipo de alimento. Desde niña me costaba mucho comer carne, tanto masticarla como tragarla. Tal vez sea esto parte de esas cosas que un niño Sabe sin más. En esa transción percibí algo concreto, y digo concreto porque no hablo en términos filoóficos, cuando volvía a ingerir carne el efecto al día siguiente era un marcado instinto de agresividad, a veces se exteriorizaba hacia los otros y a veces era un impulso de agresividad hacia mí misma.
Parte de este cambio alimenticio, que aún intento, ya que años de condicionamiento dejan huellas, imágenes, reflejos, memoria corporal de querer reincidir en determinados alimentos, continúo esta apuesta hacia la luz.
Después siguieron mucho cambios visibles y puntuales en la relación ánimo-alimento. Relacionados fundamentalmente al estado del hígado, órgano que depura pero a la vez regula la emoción, el miedo y el enojo.
Todo este camino continuó en infinitas formas de aprendizaje y de información que se va conectando al parecer mágicamente, libros que llegan, "casualidades", personas que se van, personas que llegan, en definitiva, formas en que se materializa la energía.
Seguiré de a poco, y en la medida de que mi presente me lo permita compartiendo mi experiencia con la esperanza de que llegue a quien le sirva.
Sí, apareció con determinación un cuestionamiento en mí: si somos en gran medida, lo que comemos, ¿cómo se está alimentando el mundo? ¿cómo se alimentan las personas que sostienen organizaciones partidarias colectivas? ¿cómo alimentamos a nuestros niños? ¿somos concientes de lo que comemos? ¿conocemos nuestro cuerpo en su interior? ¿cómo se alimentaban esas personalidades que realizaron grandes hazañas a lo largo de la historia de la humanidad?
y algo que se impone en mí cotidianeidad, segundo a segundo, la palabra: coherencia, coherencia en todos nuestros actos, no amar por un lado y matar por otro. No pretender la paz mientras nos destruímos por dentro o tenemos actitudes autodestructivas.
Partir del cuerpo, partir del ser para luego ir hacia los otros. Si no sé cuidar o no me interesa cuidar mi cuerpo, mi casa, cómo puedo cambiar el mundo?
La polaridad en el ser me llevó a re interesarme por la teoría del dualismo pulsional señalado por Freud, donde problematiza en torno a dos pulsiones instintivas: Tanathos, es la pulsión de muerte y Eros la pulsión de vida. y me llevó a pensar en la relación entre el alimento y estas pulsiones.

Comparto un fragmento de  esta investigación:

"Fue Empédocles de Agrigento, filosofo griego (siglo V a.C.), quien habló de los dos principio básicos, que luego tomará Freud, AMOR y DISCORDIA, es decir EROS y TANATOS. Eros tiende a unir, Tánatos a deshacer y separar. Esta fantasía cósmica fue trabajada por el creador del Psicoanalisis como una forma de explicar la naturaleza de lo humano. Según el Diccionario de Psicoanálisis de Laplanche y Pontalis, Freud define el término pulsión como un proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de movilidad) que hace tender al organismo hacia un fin. Una pulsión tiene su fuente de excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión y gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin. En la teoría de las pulsiones, expresada en la obra de Freud “El Malestar en la Cultura” adjudica al hombre una inherente “...pulsión de odiar y aniquilar...” en la complejidad de su constitución instintiva, y afirma que “la tendencia agresiva es una disposición instintiva innata y autónoma del ser humano [....] que constituye el mayor obstáculo con que tropieza la cultura.” Freud tomó de la mitología griega el nombre Eros para designar a las pulsiones de vida, dada su base sexual, hacia lo erótico recuperando el mito del amor. 2 Asimismo designó como pulsión destructiva a las que tienen como fin la destrucción del objeto. Estas operan fundamentalmente en silencio y no pueden reconocerse más que cuando actúan en el exterior. En el desarrollo libidinal1 del individuo, Freud describió el juego combinado de la pulsión de vida y la pulsión de muerte. En la pulsión de muerte, este autor, ve la pulsión por excelencia. Eros representaría un principio de cohesión consistente en crear unidades cada vez mayores y mantenerlas: es la ligazón; el fin de Tánatos es por el contrario, disolver los conjuntos y, de este modo destruir las cosas. El concepto de ambivalencia afectiva se refiere a la presencia simultánea en relación a un mismo objeto de tendencias, actitudes y sentimientos opuestos, especialmente amor y odio. La oposición entre pulsiones de vida y pulsiones de muerte se situaría aun más claramente en las raíces de lo que llamamos dualismo pulsional. Cabe señalar que según Freud que “la esencia más profunda del hombre consiste en impulsos instintivos iguales en todos y tendentes a la satisfacción de ciertas necesidades primitivas. Estos impulsos instintivos no son en sí ni buenos ni malos”2 , sino que se van transformando en el camino evolutivo hasta mostrarse eficientes en el adulto. Dicha transformación responde tanto a factores internos y externos. Los primeros por la necesidad de amor y aceptación y el externo es la educación que representa las exigencias de la civilización. Si planteamos el tema de la constitución de cada individuo desde la teoría freudiana del dualismo pulsional, es también para poder dar cuenta de lo que ocurre a nivel de los grupos, las comunidades y los estados nacionales, donde se reproduce de alguna manera estas particularidades de lo humano. El odio y la destructividad dependen de la pulsión de muerte y de que ésta es inseparable de la pulsión de vida. La cultura se construye, en lo esencial, a expensas de la pulsión de vida. Por consiguiente, se rompen las ligazones que permiten un cierto control de la agresividad, ya que la pulsión de muerte es mucho menos dócil que Eros. Así, Tánatos tiene dos caminos: o la autodestrucción del individuo o de la comunidad, o la exteriorización como pulsión de destrucción dirigida hacia el exterior, sea la la sociedad en el caso del individuo, sea el estado enemigo en el caso de las naciones.

FUENTE: http://www2.ib.edu.ar/becaib/bib2004/Finalistas/AnaBrass.pdf

Se aceptan preguntas, respuestas, sugerencias, ampliaciones...

GRACIAS

CANDELARIA.





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