23 de abril de 2014

Crisálida o el pozo del sueño
















Qué es esto que cae sobre mí
filos  cruces  espinas
agua bajo el agua dorada del olvido.
Qué es esto que ante mí responde
como una voz originaria y única
que nombra cuando callo.
Camino        
sobre las catedrales invisibles y el horror
bebo del mal, de su fuente secreta.
Me desvisto en mi propia miseria
cuelgo mi piel al sol.
Nada es demasiado
nada alcanza
Ni las frutas dulces ni tu pequeño himno
para alejar las moscas y la muerte.
Nada sube por el vientre del sol hacia mi ruina
hacia mis ventanales
hacia mi árbol quebradizo y hueco.
Camino
nadie se detiene en mis dedos,
todo lo que podía desear se ha vuelto pájaro
y cubro con arena los talismanes y el dolor
y cubro la boca del mago con cinta de papel.



 FOTO / POESÍA Candelaria Rivero 






















Me arrodillé junto a las cenizas.
Me confundí en el humo azul del pasado.
Construí un templo con sonidos huérfanos
con águilas vencidas.
Fui por el camino largo pero no hubo lobos
ni bestias que rondaran mis palabras.
Fui por el camino largo dejando piedras
para después volver.
Para crecer desde lo débil hasta tu isla brillante.
Me arrodillé para cantar en silencio
y dar forma a una lágrima
y tallar en tu sueño un castillo de agua
con una puerta atada al vacío,
y dar forma a un pájaro
y olvidarlo después
entre las flores que duermen en tu abrazo.
Me arrodillé para morir o renacer o las dos cosas.
Para arrojar los dados en el cielo abierto
para inventarle un cuerpo y una voz a mi destino.



FOTO / POESÍA Candelaria Rivero


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