23 de enero de 2014

La danza de la vida















Sólo un maestro
me enseñó a bailar con el corazón.
Fue más allá de
la correcta posición de los brazos,
de pasos que además de estar en francés
parecían no decirme nada.
Tal vez él lo dijo sin decirlo
pero yo pude escuchar
y ese día cambiaron muchas cosas.
Después me dediqué a andar por la vida
girando, avanzando o retrocediendo
mirando también la danza de los árboles
la danza del fuego
la de las personas que pasan, se detienen o se van.
Miré muchas veces un movimiento que contenía a otro
y éste a otro y así infinitamente.
Y pensé en un gran universo
hecho de movimientos y reposos.
Aprendí a ver la danza escondida
en lo mínimo, en lo sutil,
pero también en lo grande.
Después pude saltar o volar
cada vez que fue necesario.
Despegar del piso para ir hasta el más allá.
O quedarme cerca de la tierra
juntar el impulso necesario
bailar dentro de la respiración
y seguir.

(a Ricardo Alfonso)



Foto y poesía: Candelaria Rivero


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